Marcelo Coglitore
21 x 30
fotolibro
El trabajo, todo trabajo, suele asumir la forma de un ritual. Basado en su instrumental —máquinas, leyes, cuerpo—, para percibir el digno gasto de las cosas ocasionado por la infinita repetición de los actos. Pero algunas veces, más allá de la idea de las cosas, hay una transformación de materiales, una transformación humana, un verdadero cambio, un espacio sagrado que se produce en el trabajo no por azar sino por intención.
Entonces el trabajo deviene un esfuerzo que puede ser rutinario pero no insignificante. El trabajo puede ser elaborado por un orden que le otorga sentido y razón a su naturaleza como forma de energía que no invoca extrañas deidades sino a la capacidad de hacer dignas las cosas y la vida. Pero no todo es trabajo. Marx lo dijo: el trabajo es una maldición. La máquina, o esa naturaleza apacible, frente a la pava de heno, se celebra como algo exterior. Pero en la fotografía del habitáculo del artesano, esos fragmentos de maquinaria, hierro, madera y herramientas se funden en un acto de intimidad. La mujer en su tabernáculo, un milenario poseedor de los secretos de un oficio. Las fotos de Coqueiro son estampas primitivas de la conciencia moderna, cuadros tallados de las pasiones que construyen todo aquello que es digno de ser celebrado y todo aquello que hay que liberar. El trabajo y sus ritos, para decirlo con pocas imágenes.
Horacio González
Sociólogo
Fotografo
$50.000,00
Marcelo Coglitore
21 x 30
fotolibro
El trabajo, todo trabajo, suele asumir la forma de un ritual. Basado en su instrumental —máquinas, leyes, cuerpo—, para percibir el digno gasto de las cosas ocasionado por la infinita repetición de los actos. Pero algunas veces, más allá de la idea de las cosas, hay una transformación de materiales, una transformación humana, un verdadero cambio, un espacio sagrado que se produce en el trabajo no por azar sino por intención.
Entonces el trabajo deviene un esfuerzo que puede ser rutinario pero no insignificante. El trabajo puede ser elaborado por un orden que le otorga sentido y razón a su naturaleza como forma de energía que no invoca extrañas deidades sino a la capacidad de hacer dignas las cosas y la vida. Pero no todo es trabajo. Marx lo dijo: el trabajo es una maldición. La máquina, o esa naturaleza apacible, frente a la pava de heno, se celebra como algo exterior. Pero en la fotografía del habitáculo del artesano, esos fragmentos de maquinaria, hierro, madera y herramientas se funden en un acto de intimidad. La mujer en su tabernáculo, un milenario poseedor de los secretos de un oficio. Las fotos de Coqueiro son estampas primitivas de la conciencia moderna, cuadros tallados de las pasiones que construyen todo aquello que es digno de ser celebrado y todo aquello que hay que liberar. El trabajo y sus ritos, para decirlo con pocas imágenes.
Horacio González
Sociólogo
Fotografo